Padre



Me comencé a dar cuenta desde pequeño. Mi padre llegaba en la noche, en la semana casi no nos veíamos y el fin de semana con suerte lo veía los días domingo. Siempre fue el trabajo mucho más importante para que a nosotros no nos faltara nada.
Tuvo un jefe de mierda y soporto oscuridad, para que a nosotros no nos faltara nada. Claro, él no es el culpable del todo, al igual que yo no lo soy de todas mis decisiones. Creo que él hizo lo que pudo para que nosotros fuéramos felices.

Nunca trabajó en lo que quizo. Siempre estuvimos con deudas y los pacos llegaban a mi casa intentando meter miedo para que los dejáramos entrar junto con el tipo ese que hace la lista de lo "más valioso" que tiene tu hogar. Con mi hermana, cuando nos quedábamos solos, vivíamos en la pieza de ellos, ya que esos tipos podían llegar en cualquier momento. ¿Y qué le puede decir uno de pendejo? ahí me enseñaron a decir que, en el caso de que entraran o nos pillaran "volando bajo", dijéramos que nuestro padre no vivía ahí y que estaba separado de mi madre, que ella era la única sostenedora.Yo me cagaba de miedo, por lo que esas instituciones representaban en ese momento para mí y por cagarla con mi familia, temiendo que se enojaran conmigo.
¿Qué fue verdad y qué fue mentira? por un lado mi padre no pasaba en la casa y sentía a mi madre como un mártir.

A veces, esos días en que lo esperaba y me escondía para que me encontrara, con suerte me pescaba, porque llegaba del trabajo cansado y directo a la cama.

A veces, en las tarde de domingo jugábamos, pero de pronto se enojaba y me gritaba y le temía. No entendía qué había hecho de malo.

A veces, cuando jugábamos a pelear, él se picaba y me pegaba de verdad...era un juego, pero me dolía su reacción...no física sino la manera en que agitaba su ira y la descargaba contra mí. No entendía su reacción ni qué hacer en el momento.

Varias veces se enojó conmigo y era bastante hiriente. Siempre le pedía disculpas yo, porque él no lo hacía y por no perder el amor de mi padre ni la comunicación, a mí no me quedaba de otra.

A medida que fui creciendo, llegó un punto en que ya no sabía si hablarle. Nuestra relación se fue congelando en el tiempo, hasta ser algo en que la conversación no tenía cabida. Podían haber discusiones, él me decía que me quería y que me amaba con unas copas demás y que era especial.

Hoy casi no nos hablamos porque su crítica sigue abriendo esas viejas heridas, porque aún siento esa ira que hiere, que me sigo ganando esos daños "casi" gratis.

Valoro las acciones que ha hecho por mí, pero no sé si realmente lo amo. Hasta hoy, no he escuchado una respuesta sincera a su actuar ni una disculpa. Yo ya me cansé de disculparme con él aún cuando no tenía la culpa.


Hace unos días pensaba, en este desierto. Lo llamo desierto porque no siento ese gusto por la vida, no hay algo que me apasione...sólo deberes que cumplir. En la sociedad siempre hay deberes que cumplir y nos vamos dejando de lado, poco a poco hasta oscurecernos por completo. Yo quiero encontrar en mi vida algo que pueda hacer, que me motive en lo más profundo de mi alma, encontrar compañeros, sentirme vivo en mis victorias y derrotas, llorar, sobrepasar mis límites y ver mis avances y eso no lo estoy viendo.
He aprendido a hacer muchas cosas, sólo a medias, pero tengo el conocimiento y la práctica. Mi manera de mantener a raya esa orden social (y sí NEOLIBERAL) es hacer, en conjunto con esos deberes implacables, las cosas que me gustan y creo tener un repertorio como para no aburrirme. Pero las cosas han perdido sentido.
Aún recuerdo esa frase que me dijeron cuando fracasé por primera vez en la universidad: "Manuel, la universidad no lo es todo"

Llegué a una conclusión, cuando pensaba en este pequeño desahogo...

No quiero seguir los mismos pasos que mi padre y por eso me cuesta tanto vivir, porque para poder vivir, he tenido que aprender solo y con gente que he conocido en el camino. No he tenido una guía y menos quiero seguir esa guía que impone la sociedad y sus instituciones.




No hay comentarios: