Los imposibles



Qué difícil es probar ese plato. Se está en la obligación de acabarlo hasta el final y dar las gracias, y ya no queda más.

Ni la ilusión, ni la esperanza...sólo un posible futuro que está enmarcado en un cuadro utópico en algún museo. Nadie lo puede tocar.

Está hecho por un artista desconocido, que le gusta tejer, que le gusta hilvanar su arte en telares donde la gente no lo necesita, y ¿para qué? ¿acaso no basta con el trabajo hecho por las Moiras?

Lamentablemente la ironía es su arma cruda. Es la salsa que otorga el toque final a ese plato. Es la brillantez, la genialidad acabada en una alquimia exquisita que confunde el paladar entre la amargura total y la dulzura que provoca un éxtasis que raya el fanatismo.

y sólo ese es su punto culmine: el pañuelo que pierde su pureza para devolver la virginidad a los labios y las palabras que se escapan al aire mientras se cierra la puerta.