... No hay formulas ...



Los animales del bosque, hadas, duendes, unicornios, dragones y centauros habían partido un viaje a otras tierras, pues la magia de aquella había acabado y pronto el hombre volvería con sus máquinas a arrasar lo poco que quedaba. Pero aun quedaba un resquicio de vida, entre árboles y montañas distantes, entre raíces gigantes y un lago especial.

El mago, se había pasado años buscando formulas para comprender lo que había pasado antaño, lo que le había sucedido. Tomó libros, cuadrenos y apuntes, pasó noches en vela y hasta enfermó unas cuantas veces, pero no pudo hallar respuesta.
Estamos viendolo ahora, es de mañana...se ha levantado temprano y comenzó a escribir en su pizarra de siempre pero esta vez, un poco más ansioso de lo normal. Le quedaba poco tiempo, a días de que aquel bosque terminara siendo talado y los nervios comenzaban a apoderarse, mientras calculaba y razonaba, pensaba en las criaturas del bosque que ya habían partido todas, eso lo inundó de soledad. Repentinamente, la punta de la tiza se quebró y el mago al recogerla, se dio un tremendo cabezazo con una de las mesas y los libros se desparramaron por el suelo. Se tocó la cabeza y miró su alrededor...todo en orden, menos él...se paró y miró por la ventana, el silencio inundaba cada árbol y cada planta, cada flor y cada rocío, como llorando, como esperando la muerte, como despidiéndose de su amigo. Miró hacia arriba, el sol pegaba desde lo alto, aunque con suaves caricias.
Volvió a la pizarra, volvió a mirar sus libros...

agarró el pedazo de tiza dejándolo encima de la mesa, fué a la cocina para prepararse un té y volvió minutos después para descansar en su silla mecedora. Hacía tiempo que no había disfrutado un momento así.
Se paró y salió a andar por el bosque, podía sentir como cada vegetal se despedía de el y este solo se limitaba a sonreír.

- Nos veremos luego! en otro lugar y en otro tiempo! - decía, mientras movía sus manos para decir adiós.

Llegó a la laguna, estaba seca. Solo quedaban grietas en la tierra, ya que aquella laguna había decidido evaporarse antes que sucumbir a las macabras máquinas. Alzó su mano para dar un ultimo adiós y sonreir, hizo una reverencia y partió a la montaña. Allí estaba la casa de su amigo...llena de telarañas, ya desvencijada, solo quedaban algunas cosas de su vida allá en las montañas del desierto y decidió quedarse lo que quedaba de la tarde para rememorar los ultimos recuerdos de aquel lugar. Al anochecer entonces prendió fuego a la casa para pasar una noche en aquel bosque, mirando el fuego, conversando con la vegetación que iba quedando, cantando y riendo hasta que finalmente el sol radiante apareció tras las montañas. Las cenizas, esparcidas por el suelo, habían formado una pequeña montañita que el mago había quedado mirando fijo y tomó una decisión; se puso de pie e hizo que los vientos levantaran las cenizas pidiendo que por favor las esparciera allí por el mundo y comenzó la caminata.


Volvió a su casa, armó su mochila solo con lo esencial: té, café, hojas de tabaco de todos los sabores, sus instrumentos, su espada, su puñal, sus libros y su instrumento. Dejó la mochila al borde de la puerta y se despidió del interior, de todos los recuerdos, de los libros que le habían enseñado, de su cama y su almohada, de sus velas y sus lámparas, de su jardín y sus herramientas. Abrió la puerta, tomó su mochila y se alejó unos metros.

- Azael ton jat! - gritó y agitando el báculo la casa comenzó a arder en llamas. La emoción lo inundó por completo y su corazón se volvió caliente. Entonces las lágrimas rodaron por sus mejillas solo para terminar tocando su pecho, casi abrazándolo para darle alivio.
Se dió la media vuelta refregándose los ojos...y cuando ya las lágrimas no le molestaban miró para seguir su camino, ahora en solitario. Sin embargo, una luz comenzó a brillar delante suyo y decidió seguirla por la espesura del bosque...y ahí fue cuando su mundo dió un salto: Las criaturas de aquel bosque lo estaban esperando, todas y cada una de ellas. El mago cayó al piso, solo para seguir llorando de felicidad, pues pensaba que tendría que seguir su camino solo. Minutos despues todos los animales preguntaban y preguntaban al mago que había hecho este ultimo tiempo, mientras contaba contestaba y hablaba de lo que había hecho aquellos meses. Así, estuvieron conversando un ultimo momento entre todos y cuando terminaron de comer, comenzaron su travesía.

El mago dio una ultima vuelta hacia atrás:

- No, para esto no hay fórmulas...gracias por todo... - 


Y con aquella sonrisa, vio por ultima vez aquel pequeño bosque del cual tanto había aprendido.


Fin

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