Punto de vista.



- Creo que no me di cuenta...tiene usted razón. Me parece que esta es la última vez que nos vemos, ya me siento preparada para continuar... -

El hombre anota la última frase en su cuaderno con tapas de cuero y símbolos raros. Lo deja en la mesita de diseño árabe que tenía a su lado y con un suspiro relaja su cuerpo mirando a aquella mujer.

- Que bueno. Espero que el mundo ahora le parezca menos oscuro y violento. Me parece que ha encontrado el rumbo de su vida y el significado que quiere atribuirle. Quiero volver a la primera frase que le dije cuando usted enteró por esa puerta - dijo apuntando al objeto - Uno es el pintor de su propia obra.

- Sí lo recuerdo - dijo sonriendo la mujer - Ahora quiero pintar esa obra con los colores que yo elija, brillantes!-.

Ambos se pararon al mismo tiempo y ella estrechó su mano, profundamente agradecida. Abrió la puerta mientras lanzaba una sonrisa. Ése era el cuadro perfecto que pintaba aquel hombre con aquellos años de estudio encima: el rostro de las personas totalmente distintos, con los rayos de sol coloreando su espíritu y ya había visto, por cierto, decenas de aquellos "cuadros", que duraban un par de segundos..

Se acercó con un sentimiento de nostalgia a la pequeña mesa. Tomó nuevamente su cuaderno y con su lápiz escribió "fin del tratamiento". Era el fin del último comienzo, era la última paciente que quedaba. Era un 18 de Diciembre...en un par de días partiría sin rumbo fijo a Europa sin saber tampoco de su regreso.

Y nadie lo sabía...

Repentinamente tomó sus cosas, tomó su chaqueta y abrió aquella puerta con el sol pintando su espíritu. Aquel cuadro fue el que duró más, pues fue difícil para el hombre elaborar una despedida de tiempo corto que habría de apreciar aquella pequeña biblioteca con los cuadernos llenos de anotaciones de pacientes. Sintió en ese momento que todos estaban presentes para despedirse de él, solo ellos sabían que partiría.

- Estoy siendo útil, gracias a ustedes también - dijo para sí sonriendo y cerrando la puerta. Solo Dios sabía si aquel sonido de la llave girando la cerradura, sería el último que resonara en aquella casa.

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