Un grano de amor divino



¿Quién puede amar más que algo divino?...Creo haberme convertido por un momento en la pintura de Miguel Angel, tocar como Adán el dedo invisible de Dios, de la divinidad, de aquello que nuestros ancestros anticipaban y sentían latir dentro de sus corazones, almas y vísceras. Comprendí por un momento, por un leve destello de estrella que los dioses, que Dios, el gran arquitecto solo desea vernos a todos juntos.
Nadie puede amar sin prejuicio ni juicio...nadie puede sentir ese amor universal, nadie es capaz del atrevimiento de mirar a través de la oscuridad del corazón porque fácil es ver a través del dolor.


La vida es corta: somos apenas un destello miscroscópico en el universo, somos la llama titilante de una vela viviendo en una constante tormenta de lluvia y vientos huracanados.

Y aún así nos contentamos con nuestros problemas. Nuestra mente es tan inmensa, es tanto que alcanzamos a Dios y tanto que nos parecemos, que con ellos abarcamos mucho más allá del universo. Ensombrecemos la galaxia sideral, aportamos más oscuridad de la que ya tiene y tapamos su paz para sembrar rencores, envidias, tristezas y una larga cuenta de suplicios humanos.

¿Hasta cuándo?

Hasta cuando pintaremos la maravillosa tela de nuestra existencia con colores que no nos hidratan los más bellos paisajes ni cantan nuestras más bellas poesías.

Hasta cuando...

Hasta cuando no hemos de agradecer a nuestros enemigos, de saludar con bendiciones a la persona que camina al lado, de dar una sonrisa a la luminosa inocencia de un niño. Cuando aprenderemos a amarnos por el simple hecho de pertenecer todos a una misma raza, sin colores, sin diferencias ni guerras que nos emanen de nuestros corazones...

Hermoso es saber que existe una esencia que ama hasta la oscuridad de nuestras almas (y puede ser que Dios no exista), pero si no existe entonces practica tu mismo: agradece lo que no has visto y trata de amar a cada persona que veas en la calle.

Entonces sabremos la razón de por qué existe Dios.


Con qué cara dicen algunos que no existe tal cosa, si verdaderamente no somos útiles ni para nosotros mismos.


Entrada dedicada a una persona que ya no está aquí, en este mundo. Dedicada también a todas las personas que también lo dejaron y decir que su existencia no será en vano. Ya haremos de nosotros mismos y del mundo un "hogar dulce hogar".

1 comentario:

Katrina dijo...

Creo que todos llevamos dentro un pequeño dios y poco a poco lo vamos tapando en capas y capas de desconfianza y miedo hasta que parecemos olvidar que él palpita en nuestro interior.

No soy capaz de amar a todo el mundo, de hecho tengo una capacidad inmensamente dolorosa para dar amor infinito a pocas poquisimas personas. Y eso me hace sufrir, pero también creo que es lo mejor...

El mundo es tan feo a veces, las miradas tan hirientes, los silencios tan fríos... ¿Cómo culpar a quienes han decidido partir? quizás su dios interior no aguantó la tristeza de este mundo tan falto de amor.

Hogar, dulce hogar...
Espero algún día poder sentir eso.

Me ha gustado tu entrada!
Saludos! =)